lunes, 3 de noviembre de 2014

El duelo no se cura, se transforma y se vive con dignidad y amor, por Carlota Fominaya

Los cuidados y tranquilos jardines de la Fundación Instituto San José invitan al recogimiento. A ellos dan las ventanas de todos y cada uno de los diez edificios de construcción neomudéjar que componen el complejo hospitalario de la orden Hermanos de San Juan de Dios. En este lugar, de 115 años de antigüedad, tiene lugar el programa de Atención Integral a Personas con Enfermedades Avanzadas y sus familiares puesto en marcha por Obra Social «La Caixa». La iniciativa se dirige a cubrir las necesidades de atención psicosocial en los cuidados paliativos y, desde su puesta en marcha el pasado mes de enero, ha atendido a 62.170 pacientes y 91.985 familiares en los 61 centros hospitalarios de toda España en los que se desarrolla. Sólo en atención al duelo, han sido 3.963 personas las que han recibido ayuda.

Uno de los beneficiarios es Deogracias Del Río Martín, de 73 años, viudo desde principios de año, y que ha encontrado en estos grupos la ayuda necesaria para seguir viviendo tras la muerte de su mujer el pasado mes de enero. «Si no hubiera recibido esta ayuda, tendría una depresión de caballo. Acudir a terapia ha sacado de mi gran dolor», reconoce este hombre.

«El duelo no se cura. De hecho, se vive toda la vida. Pero se aprende a llevarlo, a sostenerlo con dignidad y con amor», explica Roberto Álvarez, psicólogo psicoterapeuta especialista en duelo de la Fundación Instituto San José, y el profesional que lidera en este centro el programa de Atención Integral a Personas con Enfermedades Avanzadas y sus familiares puesto en marcha por Obra Social «La Caixa».

Lo normal, remarca el psicólogo de la Fundación Instituto San José, es que las personas se enfrenten de manera sana a su duelo pero siempre hay un porcentaje pequeño que desarrolla un duelo patológico. La clave está en recibir el apoyo de este tipo de grupos, que por lo general tienen una duración de 4 a 6 meses. En ellos se enseña a elaborar el duelo. «Porque este no se pasa, ni se cura con el tiempo. Se transforma», matiza Álvarez. En estos programas, prosigue este especialista, «se aprende a convertir la rabia y la tristeza de la pérdida del ser querido en una sensación de paz recordando al ser querido», añade.

Día de los Difuntos

Es verdad que fechas señaladas como el próximo Día de los Difuntos, el aniversario de la boda, del fallecimiento... suponen para estas personas lo que los expertos llaman «picos de duelo», pero a la larga, el gran problema de una persona que acaba de perder a un ser querido es la soledad. Por eso, advierte este psicólogo, «teniendo en cuenta que esa persona va a estar siempre de uno mismo, y teniendo en cuenta que habrá momentos de vacío y de tristeza, hay que aprender a decir hola a nuevas amistades, vínculos e intereses. Hay que aprender a ser autónomo».

Como también hay muchas personas que después de un gran sufrimiento como es la pérdida de un hijo, de la pareja, de un progenitor, se transforman, y eligen vivir por un motivo, una causa o un valor. «Son personas que convierten su sufrimiento en una experiencia de transformación y maduración, de crecimiento personal... y que le vuelven a dar un sentido a la vida», apunta Álvarez. El caso es, concluye este experto de la Fundación Instituto San José, «conseguir que vuelvan a vivir la vida con valor».

Fuente: abc.es